18.10.08

MACROLEPIOTAS EN OTOÑO

Es de los momentos más bellos del año. Se va el calor, llegan las lluvias, los días son más cortitos... es lo que tiene el otoño. Las primeras setitas en salir en los pinares de llanura, que son de suelos muy ácidos, son la gallipierna (macrolepiota procera) y el pedo de lobo (licoperdón) En esta ocasión hemos podido ver un enorme faisán (boletus edulis) La pena es que estaba agusanado y lo hemos dejado donde estaba. En cuanto pasen estas primeras lluvias y el sol haga su trabajo van a salir muchas más especies de las que daremos buena cuenta y con las que prepararemos algún que otro almuerzo...



Cuando las setas son jóvenes y fuertes se disfrutan más, tanto para verlas como para comerlas...


Un "corrillo de brujas" formado por pequeñas setas de otras especies de menor interés culinario. Pero si os fijáis destaca entre ellas una gallipierna de buen porte.


Mi madre con un ejemplar de gallipierna




Una lepiota que no debemos confundir con las macrolepiotas



Un precioso faisán (boletus edulis)


Antes de terminar quería hacer mención a la variedad de nombres que recibe la macrolepiota en las diferentes regiones españolas. La que aquí conocemos como gallipierna, es tambien llamada galamperno, galiperno, parasól, matacandelas, apagador, etc...


Hasta pronto

13.1.08

LA SAGRA... UNA ENORME MONTAÑA SOLITARIA

Situada al sureste del macizo de Cazorla, con 2383 metros de altitud, La Sagra se alza como una imponente mole de piedra, dominando una basta altiplanicie al norte de la provincia de Granada.

Su ascensión es dura pues esta montaña está rodeada de murallones, solamente rotos y accesibles en dos embudos, uno al este y otro al norte. Este último es el acceso mas espectacular de esta atalaya.. Una vez superadas las empinadísimas pedreras de estos embudos, se llega a un terreno cimero casi llano. En el extremo sur se sitúa el punto más alto, con su correspondiente vértice geodésico, Las vistas son muy extensas: Cazorla al norte, las sierras murcianas al este, Sierra María y la comarca de los Vélez al sur y Sierra nevada al suroeste.

Algo curioso. En la ladera oeste de la Sagra, en su base, existe un precioso y sugerente bosque de coníferas de distintas especies entre las que destacan varias secuoyas... que triplican la altura de los pinos que las rodean.

4.1.08

POSTALES

Cuando hemos hecho una ascensión a una gran montaña, por regla general, solemos tomarnos luego algún día de descanso. Este es propicio para ir de compras y aprovechar para mandar alguna postal en la que se vea la montaña que hemos subido y enviársela a la familia. Con el paso del tiempo he podido recuperar algunas de esas postales y escanearlas. Se que hay bastantes más por ahí perdidas... algún día daré con ellas y las pondré por aquí.
De momento pondré estas.









Que recuerdos...


29.12.07

AGOTADOS...

Despues de tantas rutas y tantas excursiones pues acaba uno agotado...



23.12.07

MI QUERIDA BICICLETA


Mi sólida y casticada bicicleta.

Con mis amigos Pedro, Graciano y J. Antonio de ruta por la sierra

Subir un puerto de montaña siempre es un gran reto, y bajarlo... es increible, si no, mirad el siguiente video...


en éste caso es un larguísimo descenso en el Pirineo aragonés.

21.12.07

La ascensión a la Maladeta

En el verano de 2005, mientras transcurrían los días de nuestras escasas vacaciones en el Pirineo, quise llevar a cabo una idea que me rondaba desde hacía tiempo. El macizo de la Maladeta o Montes Malditos está coronado por el Pico Aneto, al que desde el año 92 habíamos ascendido en cinco ocasiones. Es una ruta preciosa que ofrece un poco de todo: marcha nocturna, zonas interminables de rocas, travesía por glaciar, escalada, recorrido circular si el tiempo lo permite...etc. El único inconveniente y mayor desconcierto lo produce lo concurrido del recorrido. Al ser el Aneto, con sus 3404 metros, el techo del Pirineo es lugar de peregrinación obligado de todo amante de la montaña que visite la zona. En el Paso de Mahoma (trepada muy aérea y espectacular que precede a la cumbre) es normal hacer cola, pues hay que pasar de uno en uno, convirtiéndose aquel punto en un embudo en el que hay hasta disputas con otros montañeros por ver quien pasa primero...
En esta ruta, al superar el Portillón Superior, llama la atención la cumbre de la Maladeta, que siempre queda marginada por la eclipsante presencia de su hermano mayor.
Aquel verano de 2005 quise hacer realidad mi sueño de coronar esta hermosa y agreste cumbre.
Tenía que decidir la ruta. Mis dudas eran enormes, pues las dos alternativas de ascenso presentan dificultades técnicas dignas de tener en cuenta, pues iba a subir solo y quería disfrutar lo máximo del recorrido. La elección la dejé para el día de la ascensión.
Una noche hablando con Carmen (mi sufrida novia) decidimos que la siguiente jornada sería la propicia...
Otra vez se repetía el ritual: despertador a las cuatro de la mañana, dos platos de pasta para desayunar, vestirme con todo el equipo necesario, mirar constantemente el cielo para ver si hay o no nubes.
Estaba en el vado de la Besurta a las 5:30 de la mañana, completamente a oscuras, acompañado de algunos montañero que ese día intentarían subir el Aneto.
Los primero pasos por el sendero son torpes, con los músculos de las piernas entumecidos y tropezando con casi todas las piedras que mi pequeña linterna frontal no me dejaban distinguir.
Los montañeros que me acompañaban paraban constantemente durante el primer tramo del recorrido. Cada vez que lo hacía yo, me giraba y podía distinguir las luces de sus linternas cada vez más lejanas, que se perdían poco a poco, haciéndole sentir cada vez más solo. Al poco llegué al Refugio de la Renclusa, donde todavía no se percibía ningún movimiento de montañeros de los que allí pernoctan. Me alejé del refugio en dirección sur por unas pedreras muy inclinadas y resvaladizas. La oscuridad era absoluta y comencé a preguntarme si dado la hora que era y a la altitud que me encontraba era normal que todavía no se distinguiera ningún rayo de luz...
Mientras continuaba ascendiendo por el inmenso caos de piedras arrastradas durante miles de años por el glaciar de la Maladeta. Pasaba el tiempo y mi preocupación por la ausencia de luz me hacía mirar constantemente al este buscando algo de claridad en aquel negro absoluto. Mientras superaba los infinitos obstáculos que presentaba el terreno que ascendía, mi cara se empapaba de una humedad fuera de lo común. La temperatura comenzó a ascender cuando debía ocurrir lo contrario. Lo que primero era una agradable brisa se fue convirtiendo en en un viento capaz de traer una tormenta en pocos minutos. Comenzó a vislumbrarse una tenue claridad y mis sospechas se confirmaban, estaba inmerso en una densa nube cargada de humedad que no me gustaba absolutamente nada. Fue a una altura de unos 2900 metros cuando me vi obligado a plantearme si debería seguir. Después de una marcha de cuatro horas sin parar de subir y llegar tan alto cuesta mucho renunciar a un objetivo que, desde aquí no quedaba demasiado lejos...
Un pensamiento me aclaró todas las dudas; Si tenía cualquier percance, ¿quién podría dar conmigo en aquel inmenso pedregal perdido entre las nubes y la ventisca?
Me di la vuelta sin pensármelo.



El descenso se me hizo eterno. Una lluvia constante me acompañó todo el recorrido calándome hasta los huesos. Con la ropa mojada es importante no perder calor y mantenerse en movimiento, sin detenernos, ya que el viento, moderado pero constante, puede generar una situación delicada. Los enormes cantos rodados de granito abrasivo, al estar mojados, se convierten en trampas. Una torcedura de tobillo era lo ultimo que me apetecía.

Horas después llegué al vado de la Besurta con la sensación de haber estado en un lugar no apto para las personas. Otra vez será.

Dias después, con la seguridad de que haría buen tiempo, se repitió el "ritual"...

Todo igual: madrugón, desayuno, autobús, vado de la Besurta, marcha nocturna, Refugio de la Renclusa... todo igual que hacía dos días, con la diferencia de que en la inmensa pedrera en la que me di la vuelta, tuve la oportunidad de presenciar un precioso amanecer.
Presentía que sería un gran día...

Mereció la pena haber subido hasta aquí otra vez. Al poco tiempo superé una zona de mucha inclinación, se trataba de la morrena que precede al Glaciar de la Maladeta. En breve estaba sentado, con un sol radiante calentándome la espalda, poniéndome los crampones, dispuesto a ascender la enorme masa de hielo. Fue un verdadero placer poder caminar con esa luz, con esa temperatura, con esa soledad. Una agradable marcha en calma que solo se rompía con el estruendo lejano de algunas avalanchas de piedras que caían de las cresta de las Maladetas.




Cada cierto tiempo alguna grieta me cerraba el paso. Había que adivinar si era mejor sortearla por una lado o por otro.
Eran grietas no muy abiertas, pero si muy largas, que me obligaban a dar grandes rodeos. A pesar de todo era muy agradable.
La siguiente incógnita me la planteaba la salida del glaciar por la famosa rimaya. No sabía que es lo que me iba a encontrar. Normalmente en verano está tan abierta que no se puede cruzar...

Las siguientes dos horas prefiero no recordarlas, simplemente decir que en verano nunca volveré a pasar por allí...


Una vez acabadas las dificultades, ya en la cresta cimera de la Maladeta, pude volver a disfrutar de la ascensión. Ya quedaba poco para la cumbre. Desde luego la zona estaba desierta de montañeros, lo que era un valor añadido para mi, que buscaba el contrapunto a la masificación del Aneto. Media hora tardé en llegar a la cumbre.... Que sensación, que alegría, que satisfacción...
Feliz en la cumbre
La cumbre estaba formada por un conjunto de grandes piedras afiladas que caen a tajo por los abismos de las caras noreste y noroeste, en medio de estos, la Cresta de los Portillones. Las vistas... infinitas... Llamaban la atención el Aneto y el Maldito.


El pico Aneto desde la Maladeta

El larguísimo descenso lo hice por la otra vertiente de los Portillones por el glaciar del Aneto... para, horas más tarde, llegar a la seguridad y la calidez del valle...

Que aventura...

Macizo de la Maladeta Occidental


El macizo de la Maladeta Occidental es un conjunto de montañas muy escarpadas con personalidad propia. Desde la cumbre de la Maladeta hacia el oeste se desarrolla una cordal de cumbres, la mayoría de más de tresmil metros de altura, muy erosionadas por los antiguos glaciares que por allí se derramaban. Los que existen son un mero testimonio de lo que fueron en su día. El valle, formando una inmensa herradura, corta el paso a este conjunto de magníficas cumbres.

16.12.07

Hablando de setas....




















Esta es una de nuestras grandes aficiones. Son duendes misteriosos que aparecen y desaparecen cuando las condiciones son propicias. Pequeñas, grandes, altas bajas, coloreadas, grises... preciosas y dignas de ser fotografiadas...

Ferratas del Pirineo...


En la primera guerra mundial, en la zona de los Dolomitas en los Alpes italianos, se habilitaron cables y escalas para que los militares pudieran acceder a las atalayas escarpadas características de aquel lugar, con la idea de poder otear el horizonte y ver al enemigo desde las alturas. En la época, era la forma más sencilla de poder hacer planos de situación y así actuar con ventaja frente al enemigo.

Por muy escarpada que fuera la montaña, con tesón y un enorme sacrificio, se fueron instalando cables y peldaños barrenados en las rocas de los enormes abismos característicos de aquella región, de éste modo, mayoría de aquellas altas montañas tenían su vía ferrata (herrada). Terminaron las guerras y con el paso de los años, aquellas vías se seguirían usando ya con otros fines. El boom del montañismo se sirvió de ellas con el fin de dar una nueva forma de acceder a muchas cumbres que serían inespugnables para la mayoría de los mortales.

La Marmolada, la Civetta, el Grupo Sella, el Sassolungo, la Tofana di Roces, son montañas de una verticalidad abrumadora que, gracias a las ferratas, se vuelven asequibles para casi cualquiera.

La moda de las ferratas llegó al Pirineo hace pocas décadas. Presentan la ventaja de que, al ser tan recientes, los herrajes no están degradados y brindan una seguridad difícil de superar. En los Alpes existen aún peldaños y cables originales desde hace un siglo... como para fiarse.

He tenido la suerte de haber conocido las feratas de los Dolomitas. La mayoría de ellas son recorridos largos que dan acceso a altas cumbres y con descensos eternos. Ferratas en las que se emplea un día completo para poderlas realizar. Las del pirineo son más directas tanto para la subida como para bajarlas. Esto es un aliciente. Todo el que ha vivido en aquel lugar sabe que en verano, la mayoría de las tardes el cielo se cubre con nubes de evolución, dando lugar a las temidas tormentas veraniegas del pirineo. Esos días son ideales para levantarse temprano y subir alguna ferrata para estar en el valle a la hora de comer.

Una de las más largas ferratas del Pirineo es la de Sacs que con un desnivel de 500 metros discurre por un enorme escalón de roca en el Valle de Benasque.


Ferrata de Sacs desde el valle








Comienzo de la Ferrata de Sacs





Se eleva a mucha altura sobre el valle






Seguros en la vía






Los cables están cubiertos con una funda de goma que facilita la escalada






Un descanso antes de los desplomes






La travesía




Tramo intermedio




Incluso hay presas artificiales

David en el desplome del tramo final




Los enormes tramos de peldaños





Tramo final

A veces el Pirineo te regala momentos como éste, escalada y micología dos en uno. Un día, al decender la Ferrata de Sacs por la ruta normal, en un recodo del estrecho sendero encontré lo que se convirtió en nuestra cena. Una enorme mancha de gallipiernas (macrolepiota procera) ¿Qué mejor premio despues de la fatigosa escalada?